lunes, 26 de marzo de 2007
Las hojas muertas
Y son las páginas amarillas de un dolor tan difuso que no desea unirse, que no quiere verse, ya es mucho el llanto y el sopor tras la cortina, que no parece entender que no son las horas sino los minutos, y siendo así que la semilla tan frágil y dócil ya se seca y se amarga, tan falta de amor, falta de agua de riego y de sol, que no puede crecer, no madura, y es así que en las páginas de un libro amarillento, ya gastado, ya opaco, tan lleno de letras, tan vació de sensación, tratan de mezclarse los verdaderos sentimientos, y la verdaera pa´sión con un intrigante dolor, la simple incertidumbre al pensar en los momentos y movimientos del otro, no deja de pensar, no deja de oscilar haciendo ruido al caminar, al no ser verdad, al no escuchar la realidad tras un horizonte que se esconde, que no desea otro día hastío, que son las ojas de un otoño que no terminan de caer, que no desean morir, son las hojas amarillas, ya gastadas, ya equivocas, ya tan llenas de suciedad, y son las hojas que no quieren morir ahora apagadas, caen lentamente, y a su contacto, el suelo estremece, la tierra tiembla, el sol se apaga, la luna deja caer una estrella de entre sus ojos, y así, todo se corrompe, tan suave como las hojas muertas, que no dejan de caer en esta fría primavera, que no son, no existen, no viven, simplemente tratan de buscar su espacio en este pequeño lugar, y no son las horas, ni los minutos, los que impoden que estas hojas vuelen, son los momentos, son los pensamientos erroneos, son las diferencias, pero en este día, las hojas muertas, no son más que eso, simples hojas amarillas que no dejan de caer....
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